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Albert Fish- El
Abuelo Asesino
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A pesar de su avanzada edad era un consumado asesino
de niños a los cuales se comía despues. |
Nadie podía haberse imaginado
que ese abuelito entrañable de más de 65 años, de rostro
demacrado, cuerpo encogido y fatigado, cabello y bigote gris, ojos tímidos
podía esconder una personalidad como la que revela su informe psiquiátrico:
sadismo, masoquismo, castración y autocastración, exhibicionismo,
voyeurismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagia, fetichismo, canibalismo
e hiperhedonismo.
Fish nace en 1870. En su familia existen numerosos
antecedentes de perturbación mental, empezando por su madre que
oye voces por la calle y tiene alucinaciones, dos de sus tíos internados
en un psiquiátrico, un hermana demente, un hermano alcohólico,
etc.
Desde muy niño se siente atraído
por el sadomasoquismo, se divierte infligiendo dolor a los demás
y sobre todo a él mismo. Sigue con atención los artículos
de crímenes en la prensa, y colecciona sobre todo aquellos de los
asesinos en serie caníbales, con los que se siente identificado.
A los veinte años mantiene relaciones homosexuales
y ejerce la prostitución homosexual en Washington, en dónde
viola a un niño y asesina a su primera víctima.
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En esa época comienza
a sufrir alucinaciones de tipo religioso y vive obsesionado con la idea
del pecado, creyendo que la única forma posible de expiación
es a través del sacrificio personal y el dolor.
Él mismo se inflige castigos masoquistas automutilándose,
frotando por su cuerpo desnudo rosas con espinas, hundiéndose agujas
de marinero en la pelvis y en los órganos genitales... en una ocasión
es sorprendido en su habitación completamente desnudo, masturbándose
con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo del
que sobresalen unos clavos. A cada golpe grita de dolor, mientras la sangre
se desliza por sus nalgas.
Oficialmente, fue detenido ocho veces: la primera
por tentativa de estafa, luego por robo, por pago con cheques sin fondos,
por cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales de los periódicos.
En alguna ocasión afirma ser Jesucristo, que San Juan le habla y
que el mismo Dios le ordena cometer sacrificios humanos. |
Lo internan tres veces en un hospital psiquiátrico,
dejándolo salir al poco tiempo en cada ocasión tras considerar
que no es peligroso ni está loco, sino que simplemente sufre una
personalidad psicopática de carácter sexual.
A pesar de todos estos delitos, la policía
neoyorquina tardaría nada menos que seis años para poder
inculparlo por asesinato.
"Escuchaba voces que me decían cosas
y, cuando no las comprendía todas, trataba de interpretarlas con
mis lecturas de la Biblia... entonces supe que debería ofrecer
uno de mis hijos en sacrificio para purificarme a los ojos de Dios de
las abominaciones y los pecados que he cometido. Tenía visiones
de cuerpos torturados en cualquier lugar del Infierno..."
Albert Fish fue capturado por la policía el 13 Diciembre de 1935,
lo logra a través de una carta de Fish enviada a la madre de la
víctima que había secuestrado, en dónde le cuenta
sus aficiones por el canibalismo y cómo se decidió a probar
carne humana por primera vez con el cuerpo de su hija.
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Detalle de una radiografía en la que se pueden
observar multitud de alfileres y clavos clavados en su zona genital. |
Querida señora Budd:
Hace algunos años, mi amigo el capitán
John Davis, zarpo de California hacia Hong-kong, que por aquel entonces
padecía los problemas del hambre, las calles se habían vuelto
muy peligrosas para los niños entre 9 y 12 años porque tenían
la costumbre de matarlos y cortarlos en pedazos y vender su carne como
alimento.
Antes de zarpar mi amigo, rapto a 2 niños
los mato corto en pedazos guiso su carne, y se la comió.
Esa es la razón de que hace algunos años
yo acudiera a su casa el 3 de junio de 1928 con el pretexto de acompañar
a su hija a la fiesta que daba mi hermana me la lleve a una casa abandonada,
que había en Westcher County donde la estrangulé la corte
en pedazos y comí parte de su carne tranquila no me la tire murió
siendo virgen.
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Su aspecto era completamente normal y aparantaba una
gran fragilidad debido a sus avanzada edad. |
Tras leerla y sufrir un gran shock,
se puso en contacto con la policía que tras investigar lograron encontrar
la procedencia de la carta, siguieron la pista de Albert Fish, lo arrestaron
el 13 de diciembre.
En su declaración afirmo que tras matar a la niña le corto
la cabeza, con un trinchante y partió su cuerpo en dos con una sierra
a la altura del ombligO.
El propio Fish lo reconocería: "No soy un demente, sólo
soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo".
Una vez detenido, se confiesa además autor de otros muchos crímenes
y demás aberraciones que había estado llevando a cabo durante
toda su vida: su deseo irresistible de comer carnecruda las noches de
luna llena, que le valdría el apodo de "el Maníaco
de la Luna", sus crímenes más atroces, algún
acto de vampirismo como el caso
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de un niño de
4 años al que flageló hasta que la sangre resbalaba por
sus piernas, luego le cortó las orejas, la nariz y los ojos, le
abrió el vientre y recogió su sangre para bebérsela
a continuación, además de desmembrarlo y prepararse un estofado
con las partes más tiernas.
"...Decidí comérmela. La llevé
a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado.
En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas
de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir,
pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me
mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé
antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla
y comérmela. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba
su culito asado. Tardé nueve días en comérmela por
completo. No me la tiré, aunque hubiese podido hacerlo de haberlo
querido, murió virgen".
También narra la historia de un joven vagabundo
al que obligó a realizar toda clase de actos sádicos, masoquistas
y coprófagos durante dos semanas, además de cortarle las
nalgas en varias ocasiones para beber su sangre. Finalmente intenta cortarle
el pene con unas tijeras, pero cambia de opinión al ver el sufrimiento
del chico y arrepentido le da diez dólares dejándolo huir.
Ante el psiquiatra explicó que por orden
divina se veía obligado a torturar y matar niños, el comérselos
le provocaba un éxtasis sexual muy prolongado.
También confesó las emociones que
experimentaba al comerse sus propios excrementos, y el obsceno placer
que le producía introducirse trozos de algodón empapado
en alcohol dentro del recto y prenderles fuego. Los hijos de Fish contaron
cómo habían visto a su padre golpeándose el cuerpo
desnudo con tablones claveteados hasta hacer brotar sangre.
Durante el juicio quedó probado que realizó
todo tipo de perversiones con más de 100 niños matando además
a 15. Se descubrió también su extraño gusto por hacerse
daño a sí mismo, uno de sus sistemas favoritos era clavarse
agujas alrededor de los genitales. Una radiografía descubrió
un total de 29 agujas en el interior de su cuerpo (algunas con tanto tiempo
que habían empezado a oxidarse). Le gustaba comerse sus propios
excrementos, o introducirse trozos de algodón empapados con alcohol
dentro del recto y prenderles fuego En otras ocasiones había intentado
introducirse agujas debajo de las uñas, pero no tardó en
renunciar a ello cuando el dolor se hizo insoportable.
Estas declaraciones acerca de sus víctimas le cuestan a Fish la
sentencia de culpable por crímenes con premeditación tras
diagnosticarlo psicótico, pero cuerdo.
Es condenado a la silla eléctrica y ejecutado
en la prisión de Sing Sing el 16 de enero de 1936.
Cuando se le preguntaba por la cifra exacta, respondía
sonriendo: "Por lo menos cien".
Tubo una sorprendente reacción después
de ayudar a los guardias a colocarle los electrodos, y se mostró
entusiasmado.
Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor
secreto, el número de personas que habría asesinado. Las
opiniones de los psicólogos son contrastadas en ese aspecto, unos
hablan de varios centenares de víctimas, mientras que otros estiman
que no hubo más de cincuenta. Finalmente se le acusa de haber asesinado
un total de 15 niños, la gran mayoría procedentes de las
capas más pobres de la población
"Que alegría morir en la silla eléctrica.
Será el último escalofrío. El único que todavía
no he experimentado..."
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